En un edificio de la zona financiera trabajaba un funcionario llamado Felipe, que era tan rígido y estructurado que nunca se permitía tomar un descanso para divertirse. Siempre trabajaba horas extra y llevaba todo tan seriamente que sus compañeros de trabajo lo consideraban un aguafiestas. Un día, durante una reunión de equipo, Felipe se sintió tan estresado que algo se rompió en su cabeza y comenzó a contar chistes. Para sorpresa de todos, resultó ser bastante gracioso y sus compañeros de trabajo se rieron por primera vez en mucho tiempo.
El hombre se dio cuenta de que había estado viviendo su vida de la manera equivocada, y decidió hacer un cambio radical. Abandonó su trabajo y se convirtió en un comediante de stand-up. Pero incluso en su nueva carrera, siguió siendo demasiado rígido y serio en su forma de hacer comedia, lo cual lo hacía un tanto impopular entre el público. Una tarde fue al parque a observar a la gente y a pensar en nuevos chistes, mientras caminaba distraído se tropezó y cayó en una caja de flores. Al principio se sintió muy avergonzado, pero luego se dio cuenta de que estaba rodeado de flores y plantas. En ese momento, decidió que iba a ser el primer florero que contaba chistes. Se estableció en la entrada de un club y se convirtió en el florero más divertido de la ciudad. La gente venía de todas partes solo para escuchar sus chistes. Felipe se sentía libre y feliz como nunca antes lo había estado. Se dio cuenta de que, aunque su vida había dado un giro inesperado, finalmente había encontrado su verdadera vocación.
Florero de cerámica, hecho a mano.
